Allá donde vamos, las flores inundan el día a día, calle por calle, país por país. En cualquier lugar y momento, podemos descubrir preciosos ramos o arreglos florales engalanando fachadas, parques, interiores o el traje de los más afortunados y afortunadas. Todos estos trabajos son realizados por floristas profesionales.
Conjuntamente, todos los años se regalan flores. No importa el mes o el momento: se pueden regalar flores para el desayuno, para celebrar un nacimiento, cumpleaños, aniversario, SanValentin, etc. Aunque también se entregan estos bellos adornos en instantes menos dichosos de la vida como las condolecias y funerales.
Con todo, las flores son una realidad de las ciudades modernas. Una necesidad que no deja de crecer y bien vista por todos. Es por eso que, para dar soporte a tantos requerimientos, se requiere de una infraestructura profesional que se encargue de cuidar, vender y diseñar los arreglos florales.
Es aquí donde entra en juego el trabajo del florista.
El negocio del arte floral
En este punto, el florista forma parte de un sistema estructurado en torno al arte floral y a las floristerías físicas o virtuales. Un negocio contrastado que afecta no sólo a las urbes más pobladas, sino a todas las naciones. Los mayores productores y exportadores de flor cortada alcanzan unas cifras desmesuradas, gracias a esta demanda.
De las flores, tan apreciadas por su belleza, se encarga el florista. Su función: diseñar los arreglos, los ramos, los centros y los adornos vegetales más vistosos y agradables, siguiendo siempre los cánones del momento. Una labor que une tanto inspiración artística como conocimiento profesional.
El florista desarrolla sus tareas en la floristería o en un almacén similar, donde puede preparar los arreglos, cuidar de las flores y exponer los productos. En un planeta tan tecnológico como el actual, muchas tiendas optan por utilizar Internet como su vitrina principal, siendo capaces de llegar a mucha gente.
Con todo, el florista desempeña una profesión que requiere de una primera formación. Por eso, existen diversas alternativas a nivel educativo, que permiten lograr un grado de especialización en este campo.
Las actividades del florista
Así pues, las funciones principales del florista son las de vender y preparar flores a nivel comercial. Como vendedores no se diferencian en exclusiva de otros trabajos de cara al público: disponen de un amplio catálogo de mercancías, desde flores cortadas, hasta flores preservadas, pasando por plantas en maceta o incluso plantas artificiales.
Pero como preparadores de arreglos florales tienen un extenso trabajo. Al fin de cuentas, ellos crean la moda del arte floral, un estilo cambiante y sujeto a muchas variables. Se trata de un talento delicado, en el que invertir muchas horas y muchos mimos, para concebir impresionantes joyas florales.
En definitiva, el florista elabora y exhibe numerosos y diferentes estilos: bouquets, centros de mesa, arreglos florales etc. Tras la confección de estos adornos, se presentan al público para su venta, independientemente de la necesidad del cliente: se pueden vender para una boda, para un cumpleaños, para un nacimiento, para una festividad o para cualquier otro evento de importancia.
No obstante, para que estas labores tengan éxito, se hace necesario que el florista conserve las flores en perfecto estado. Aquí se denota la calidad del producto. El florista se responsabiliza de mantener las características ideales para una flor, utilizando para ello las técnicas que permitan alargar al máximo la vida útil de las flores, como preservantes, limpiadores, ambientes climáticos controlados, etc.
Hecho esto, el florista podrá vender su producto al cliente más afortunado, indicándole cómo debe cuidar el ramo o asesorándole para la redacción de una hermosa dedicatoria que acompañe a su hermoso diseño. Todo con el objetivo de hacer felices a sus seres queridos.
Las aptitudes del florista
Para llevar a buen puerto las actividades del florista, es necesario que disponga de un amplio conocimiento sobre su profesión. Esto es algo vital y, afortunadamente, se nota cuando un florista es o no experto en su sector.
Por un lado, este profesional debe conocer los diferentes estilos y cánones de la moda. La simetría de las proporciones y los tamaños, los colores y los aromas; la posibilidad de juntar unas flores con otras y el efecto que se consigue con ello. Además, el florista tiene que saber los diferentes significados y símbolos de cada especie floral; o dicho de otra forma, tener conocimientos básicos sobre la floriografía. Sólo así podrá diseñar un arreglo floral que no pueda ser mal interpretado, y que lleve el mensaje que el cliente desee.
Por otro lado, el florista debería tener nociones de jardinería y botánica, en materia de cuidado de las flores y conocimiento sobre las mismas. Es decir, el florista necesita saber cómo cuidar una especie vegetal, cuáles son sus necesidades de agua y sol, qué enfermedades la afectan y cómo asesorar al cliente final.
Por regla general, los floristas acostumbran a ser cercanos y simpáticos, por su necesidad de leer los afectos de la gente para ser capaces de cumplir las expectativas de ésta. Es un trabajo, por tanto, donde se entremezcla el conocimiento teórico, con la sabiduría sobre el corazón humano, teñido todo con la inspiración y el estilo que despuntan los grandes artistas.
Una profesión en auge
En definitiva, el florista es un profesional en toda regla, que debe trasmitir mucha sabiduría e información, además de comprender la simbología de las flores y sentir la inspiración que éstas rezuman.
Desgraciadamente, aunque existen muchísimos centros de formación, los floristas también se enfrentan a una competencia desleal: supermercados que despachan ramos sin el menor cuidado, vendedores ambulantes que venden flores basándose en tópicos, y los precios irrisorios de algunos arreglos florales que demuestran la mala calidad del producto.
Sea como fuere, las flores siguen adornando, día tras día, balcones, patios, jardines, parques y domicilios, como una apuesta de la sociedad en materia de creatividad y belleza. Todo gracias a esas personas que, desde el anonimato, hacen posibles estos sueños.
Desde aquí, nuestro más sincero apoyo a todos los floristas que, como nosotros, intentan dispersar un poco más de alegría por el mundo.